
Hoy me gustaría contar la verdad sobre el canto de las sirenas. En realidad las sirenas no somos seres maléficos, terribles devoradoras de pobres incautos navegantes. Comenzamos cantando de modo seductor, inocente y terriblemente asustadas, víctimas de un oráculo fatal que nos hizo creer que estábamos condenadas a morir cuando un hombre pasase delante de nosotras sin detenerse (que tontas!) y es por ello que durante un tiempo nos esforzabamos en atraer al navegante con nuestros cantos más armoniosos y hechizadores para que permanecieran a nuestro lado y mantener asi la vida. Precisamente porque creiamos que nuestras vidas estaba entrelazadas, y por tanto debiamos mantener la de ellos para conservar las nuestras, no sólo no los devorabamos, sino que los colmabamos de todo tipo de placeres (dificiles -casi imposibles- de creer para aquel que no los haya vivido en sus propias carnes). Azares del destino nos hicieron descubrir la burda mentira. Fuimos conscientes de que nuestra vida no dependia de la de un hombre!. Podiamos seducir libremente por placer, no por miedo a morir. Podiamos escoger.

Afortunadamente no todos los navegantes son iguales y los hay capaces de ver, tras nuestra apariencia y nuestros cantos, nuestra esencia mas profunda y se adentran a compartir con alguna de nosotras el deseo mas gozoso, siendo inmensamente bienvenidos a nuestro humedo regazo ...
Esta entrada está especialmente dedicada a mi querido amigo Rombo, al que le tenia prometio desvelar algún dia la verdad sobre las sirenas ;) Un gran beso de sirena pa ti Rom!