7 de abril de 2010

Tablas de equivalencias

Siempre que me enfrento a una situación ajustada (o posiblemente ajustada) mi cerebro pone en marcha casi automáticamente una serie de estrategias de supervivencia. Como una especie de ostra. Por supuesto, borra de un plumazo todas aquellas cosas que se pueden considerar lujos innecesarios -aunque normales comparados con los que alguna gente se puede permitir- (a saber, un viajecito, una cena en algún sitio de esos que te cuesta lo que te cuesta más de una tarde ganar trabajando, alguna prenda de ropa que no te hace falta y te compras por simple gusto, etc). Ademas de ese corte radical, mi mente pone en marcha su tabla de equivalencias. Todo no se puede tener, esta claro, asi que hay que elegir, pero tampoco es cuestión de enterrarse en vida. Asi que empiezan las equivalencias: por lo que cuesta una macetilla de margaritas que quedaria genial en mi ventana, en realidad puedo pagar una entrada a la piscina, asi que... piscina. Por lo que me ahorro al no comprar nescafé (que era uno de mis lujillos de antes y por otra parte desde que ponen ese HORRIBLE anuncio ya se me indegestaba un poco) y comprar otra marca, puedo tener otro viaje de piscina, o tal vez la macetita de antes, o quizá con suerte una rondita de cervezas para cuando nos veamos. Puesto a elegir, la ronda de cervecitas. Es como un tetris económico, que curiosamente tiene su puntillo... quizá que asi valoras mucho, mucho todo lo que tienes...