13 de mayo de 2010

El horror sobre el horror

Esta mañana ha sido una mañana horrible en el trabajo, no porque el trabajo haya ido mal, ni porque no haya ido bien, sino por las historias que han salido. Historias horribles sobre cosas horribles. No es ni mucho menos el primer dia que oigo historias horrorosas, espantosas, va implícito en mi trabajo. Pero hay dias como hoy (desgraciada o afortunadamente según se mire) en los que aún sufres el espanto. En los que aún tienes que reprimir ese grito de "pero ¡por dios qué horror!!", intentar controlar el escalofrío y darle la vuelta a esa atrocidad para encontrar un halo de luz. He salido aturdida, con gana de meterme en el agua y desfogar; mirar hacia otro lado no es bastante, porque ese espanto parece que se instala en tu hombro y te congela con su aliento. Definitivamente, necesito algo que me ayude a quitar esa pátina que el desasosiego va creando. Es uno de esos dias en los que necesito llamar especialmente a mi pececillo y pedirle que me diga algo bueno, a mi alma gemela para que quizá ni me diga nada pero respire a mi lado, o llegar a casa y encontrar algo bueno en mi correo, mirar las fotos de sonrisas limpias de niños y niñas, sentir que hay gente buena en el mundo...