19 de abril de 2010

Sin mirar atrás

Iba a decir que ya he dado el portazo, pero en realidad ha sido mucho menos brusco. Eso si, he cerrado la puerta, he dicho "no" y me he dado la vuelta para no mirar atrás, quizá para evitar convertime en estatua de sal y quedarme definitivamente inmovil, fria, expuesta a deshacerme con la humedad quien sabe si del ambiente o de mi propia alma. Asi pues, una vez mas, recojo mi hatillo, siento que de nuevo reinicio mi camino de vacio, intentando no arrastrar los pies (cosa que cada vez me cuesta más porque el cansacio pasa factura) aunque antes de eso, me sumerjo en las aguas para disolver tanta ansiedad, para recordarme que obviamente agua y sal son malas compañeras. Próxima parada: mañana. Mi suerte se decide (por enesima vez en unos meses) en este caso en un sorteo (Inevitable un fugaz pensamiento de que esforzarte y tratar de mejorar sirve para poco cuando al final todo se decide por el guiño o la patada en el culo de la fortuna). Que-har-ta-es-toy.

Otra vez ...

Cojo de la guantera mi disco de Coti porque este tipo me encanta. Hasta para decir las cosas más tristes casi siempre usa ritmos alegres. Asi que empieza el viaje, el disco y canturrea mi mente "tengo un rincón en la cama que ya no entiende nada y me pregunta por vos, tengo una mitad que se queja y la otra que no me deja escapar del dolor, tengo una tremenda ceguera y no va a ser la primera vez que vuelvo a empezar". Y la gana de descansar, de reposar la cabeza en un hombro, la sensación de necesitar parar para respirar profundamente aire como cuando caminamos por el monte, no desaparecen obviamente porque sería milagroso, pero se deja vislumbrar algo de sol. Quizá si, con un poco de descanso tenga suficiente, como cuando reposamos y bebemos algo de agua o disolvemos una onza de chocolate en la boca y continuamos el camino a recorrer, para terminar llegando a nuestra meta, recompensarnos por ello y dormir con una sonrisa imposible de esconder ante el reto conseguido.