3 de agosto de 2010

El caso del enamoradizo anónimo

Hace dias tuve el placer de compartir una reunión informal con amigas colegas (ja, esta es una de las ventajas de ser mujer, creo que reuniones así sólo podemos tenerlas nosotras) y entre otras muchas cosas me hablaron de una especie de nueva alternativa terapeútica: los "enamoradizos anónimos". Grupos especialmente dedicados a personas que declaran en grupo su dependencia -en este caso- al enamoramiento: "me llamo tal y llevo dos dias, cuatro horas, tres minutos y treinta y seis segundos sin enamorarme" (aplausos y bienvenidas del resto). Me carcajeo y las miro asi como "me estais vacilando" pero "no, no, no, es verdad" me dicen tan seriamente -a pesar de mi mirada escuadriñandolas- que hasta me lo creo (en el fondo soy una sirena ingenua). Me dicen ademas, que lo mas curioso es que en este caso la mayoria de las personas que acuden son hombres. Flipo y no si creermelo por completo o descartarlo del mismo modo, pero me retan a que abra un poco mi visión y me fije: "en realidad si te fijas, los verás fácil en todos lados". Cual no habrá sido mi sorpresa al descubrir hace dias uno de esos ejemplares en estado puro, "de libro" como solemos decir. Le conozco unos tres enamoramientos en una semana más o menos (tanto que a veces creo que me habla sobre la misma, pero esa ya es capitulo cerrado y me lio, ante su mirada indignada que considera un sacrilegio tal confusión por mi parte!). Eso si, en cada uno de ellos está enamorado hasta la médula, deshaciendose en halagos a su amada que convierte en su monotema, explicandote sus virtudes, sorprendiendose de lo incapaz que soy de ver -en alguien normal, incluso vulgar, para mi-, algo etereo y mágico como lo que él ve en su musa... Cual Cyrano, no correspondido y por tanto sufriente, vive pasando del extasis al tormento.



Cansado de ser su hermano mayor, su mejor amigo, su socio, su confesor, pasa sus dias penando por amor. Inmensamente cansado de ser experto en el amor que sienten por otro, otros que no son él, en suma, cansado de ser menos que un amor y más que un amigo (a veces ni eso) sufre como un condenao, hasta que esa pompa de jabón le explota en la cara, le despierta, le hace volver a la realidad. Y decide olvidarla y no volverse a enamorar nunca mas! Pero "nunca, nunca mas, de verdad, glau, esta es la última"...



Pero no temais por su suerte amorosa (por algo es un enamoradizo anónimo!) que en poco tiempo (y cuando digo poco tiempo es poco tiempo!, - minutos, horas, dias a lo sumo- eso es un criterio diagnóstico clave de este trastorno) se olvida de esta promesa de "jamás" (ah, claro! casi se me olvidaba que ésta nueva diosa es TAN especial que merece hacer trizas por ella esa tonta promesa). Y comienza a desglosar los encantos de otra encantadora presencia que le haya embriagado nuevamente. Y suspira, la convierte en el objeto de su vida, clama y muere por ella cual Romeo o amante de Teruel.. Y vuelta a empezar.



En fin, que le voy a recomendar que se apunte a un grupito de estos a ver si le curan, jaja. Más por su amigos (que ven machacada su salud mental de tanto escucharle)que por él mismo, que creo que en el fondo está encantado con la situación, jaja.