4 de junio de 2010

Oler contigo

Enciendo mi portavelas de sal. Bajo su luz escojo la caja de mi incienso favorito. Este que incluso antes de abrirle hace ya presentir un mundo fascinante de olores y sensaciones. Con cuidado extraigo una de las barras y, a modo de flauta de orquesta deslizándose suavemente por la boca, la paso por debajo de mi nariz, lentamente, aspirando todo su olor para sentir el primer escalofrio de placer. Justo antes de encenderlo me concentro en pensar en ti. Para acercarte. Para que seas capaz de olerlo. Cierro los ojos, respiro hondo contando unos segundos; suelto el aire y vuelvo a respirar, acompasando mi respiración con la tuya que empiezo a sentir junto a mi. Y vuelvo a respirar hondo para conectar mi nariz con la tuya. Ahora todo lo que huela te llega. Y prendo el incienso que mientras se transforma en humo libera una increible orgía de olores.... La brisa del mar, el monte recien escarchado, el olor a limpio, a mañana blanca y soleada, el olor de tu respiración que escucho claramente a mi lado, el olor de tu escalofrio de emoción... El olor de tiempo parandose y flotando durante unos instantes, mientras nuestras miradas se sonrien complices, para conectarnos para siempre.

(¿Has podido sentirlo?)

[Va sin música porque el silencio es el mejor sonido para esta entrada...]