17 de mayo de 2010

Devorando

Habia pensado relajarme antes de ir a la cama, mientras me ponia (de nuevo) una cancioncilla que hoy me han regalado, con mi vasito de leche mientras saboreaba un par de galletillas y el resto de mi tableta de chocolate negro. Y lo cierto es que antes (mucho antes) de que acabara la canción ya habia devorado las galletas y el chocolate (afortunadamente no me queda más, con lo cual no puedo seguir devorando). Tu sms y tu email, casi simultáneos, me devuelven a la realidad, a la tarde de mañana y me ha dao miedo... Tanto que miro mis manos a ver si tiemblan y no, es sólo algo interno. Algo que me devora y me hace devorar, ese monstruo de miedo a no poder, a estallar definitivamente, a que la ansiedad se desborde o un grito vaya por encima de todo, como el de Munch resonando en los oidos de toda aquella persona que se encuentre en un kilómetro a la redonda o más allá. Me ha endurecido y puesto alerta la ansiedad, los ojos se han abierto como se enciende un foco de manera casi sorpresiva. Me sumergiré de mañana en las aguas para alcanzar mi equilibrio, para notar tus aletas aunque no estés que me susurran "respira", y para rememorar tu abrazo húmedo, o recorreré kilómetros para cansarme y desactivar esa congoja. Te llamaré antes de entrar para decirte: necesito que me abraces.