1 de enero de 2011

La agenda


Hoy siento una extraña calma... como si hubiera estado este pasado año corriendo frenéticamente como en un juego de ordenador que no puedes parar hasta terminar la etapa entera esquivando graves y dificiles riesgos, hasta que alcanzas el "nivel superado" y apareces en otra nueva pantalla paradisiaca y fácil al principio. O como si hubiera sido una pasajera de un barco que comienza a llenarse de agua y lograra tras una escotilla cerrar el caudal y ponerme a salvo. Sé que el cambio de año no significa necesariamente el cambio de circunstancias pero mi mente si se ha acogido a esa calma de "bueno, he salido de esta, cierro bien la puerta no se cuele nada de lo pasado, a ver si a partir de ahora todo va bien" y ahora voy a dedicarme a seguir caminando a ver que encuentro en este año limpio, nuevo, a estrenar.

El otro dia comenté que mi amigo el pececillo tiene la (buena) costumbre de regalarme cosas sin motivo, porque las ve y le recuerdan a mi, porque sí, no porque "toquen" por ser tales o cuales fechas. Tras unos cuantos dias sin vernos tenia acumuladas un montón de ellas. Todas me gustaron (ay, que bien me conoce!) pero especialmente la agenda.

Esta agenda tiene un significado para mi porque mi pez me la regala siempre desde hace unos años. Él sabe que me encanta: "la agenda de las mujeres". Cada año toma un tema monográfico y a los largo de los dias y meses, desgrana historias de mujeres (casi siempre desconocidas) relacionadas con ese tema. Siempre cuando me la regala miro el dia (o mes) de mi cumpleaños, el del suyo, jaja y leo en voz alta lo que nos pone. Esta es la mas bonita de todas las que me ha regalado, tiene esta preciosa portada que podeis ver ahí: explosiva, colorida, alegre, optimista. Justo todo lo que me hace falta para iniciar este nuevo año. Cuando lei la frase de la portada: "Lo más oscuro de la noche es antes del amanecer" casi me pongo a llorar. Mi pez que sabe bien las aguas oscuras por las que he navegado ultimamente y lo que emociona ver un poco de luz entre ellas, me besó y abrazó para terminar de completar el regalo. Ahora tengo ante mi todas esas hojas en blanco susurrandome que puedo llenarlas de lo que quiera, mientras veo como empieza a amanecer tras las rendijas de mi persiana...