20 de mayo de 2010

Ciberescalofrio

He leido montones de libros sobre cosas que nos atraen, sobre cosas que nos causan deseo, sobre cosas que nos estimulan. Algunas evidentes, otras sorprendentes, curiosas: olores, sabores, tactos, lugares, soplidos, susurros, roces, proporciones, simetrías, etc, etc. Lo que más me encanta es que a pesar de leer todo ese montón de cosas, el placer, el deseo o la atracción luego te sorprenden incluso cuando menos lo esperas y en sitios que no vienen en ninguno de esos libros. Como cuando me descubro sintiendo un escalofrio ante una frase en un email, sencilla y cómplice, como un guiño, capaz de recorrer despacito toooooda la columna vertebral como unos dedos acariciantes que van electrizando todo el vello cercano, o perdiendo el sueño por unos mordisquitos cibernéticos de despedida a muchos kilómetros de distancia susurrados a través de la pantalla directamente a mis oidos auriculados para que cada una de esas palabras y susurros se queden sólo para mi. Ay, cuanto placer :)

1 comentario:

rombo dijo...

En ocasiones las cosas que van ocurriendo, no están en los libros...