18 de julio de 2009

El tributo a los dioses.

Bastante indemnes habíamos salido hasta ahora. En el trato ganábamos claramente porque a pesar de los costes diarios (como el lento pasar del tiempo, la mente volando hacia otros lugares o el recuerdo como presencia) el beneficio era definitivamente superior. Supongo que los dioses -o quien demonios sean- se han cansado de nuestra felicidad, de nuestro refocile, de nuestro gusto por la vida, de nuestro disfrute segundo a segundo, de las risas cantarinas compartidas, de los momentos de respirar profundo para aspirar el olor del otro, de los abrazos fundidos para llevar a la otra persona aun cuando no esté y han dicho ¡basta!. Y han tendido la mano en espera de su pago, su tributo por habernos concedido tantos dones.
Y bien, que sepan que estamos dispuestos a pagarlos, por injustos que nos parezcan, por deleznables que nos resulten en su base, por duros que nos resulten. Que no vamos a agachar la cabeza, ni nos vamos a soltar de la mano, ni a renunciar a nosotros mismos, que estoy harta (estamos hartos!) de que quienes no saben vivir y disfrutar su propia vida (dioses enfadados, demonios envidiosos) intenten destruirsela al resto pero nos da igual porque pagaremos "nuestro castigo" y volveremos a carcajearnos juntos, tranquilos y felices. Las cosas son tan fáciles entre nosotros que nos puede partir un rayo por la mitad y terminaremos encontrándonos para unirnos.

3 comentarios:

rayajo dijo...

Mi hermana se ha metamorfoseado en poetisa!!

rayajo dijo...

por cierto, mira que bonica copla

glaukilla dijo...

ea, pues gracias por la coplilla y por todo lo demas :-)